Pocos inventos pueden presumir de haber marcado un antes y un después en la historia. Gracias a internet, millones de personas de todo el mundo están interconectadas y tienen acceso fácil e inmediato a una cantidad extensa y diversa de información. Si en su día se podía entender como la herramienta optima para comunicarse, ahora ofrece un sinfín de posibilidades. Se ha convertido en algo omnipresente, está en todas partes y haciendo funcionar multitud de cosas. No es de extrañar que en pocos años lo veamos como vemos hoy la electricidad: sabemos que está ahí, pero no nos referimos a ella constantemente.
Internet es un concepto muy ambiguo. En su expresión más concreta hablamos de internet para referirnos a la vasta interconexión de dispositivos distribuidos por todo el mundo que permiten el intercambio de información entre ellos mediante un protocolo especial de comunicación. Pero a nadie se le escapa hoy en día que es mucho más que eso. La red de redes es una herramienta omnipresente que ya no abarca únicamente el mundo de los ordenadores, sino que aparece en infinidad de dispositivos y que ha planteado nuevas formas de comunicación, información y entretenimiento.
Internet surgió en 1969 en Estados Unidos como un proyecto militar desarrollado en el Departamento de Defensa con el fin de garantizar un sistema la comunicación entre lugares alejados en caso de ataque nuclear. Como ha ocurrido con otras aplicaciones desarrolladas para uso militar, a partir de la década de los 90 todos los fabricantes de ordenadores personales y redes incorporaron la tecnología adecuada a sus sistemas operativos, de modo que en la actualidad cualquier equipo está listo para conectarse a Internet.
Las primeras conexiones a internet eran lentas y no estaban al alcance de cualquiera. Aún así, no tardó en popularizarse aquella herramienta que permitía una comunicación sencilla e inmediata entre personas, a través de e-mails o chats, así como el acceso a una vasta cantidad de información de todo tipo. Nadie en los años 90 podía imaginar todo lo que internet podría llegar a ofrecer, pero casi todos sabían que aquello no iba a ser flor de un día: internet había venido para quedarse y cambiar nuestras vidas.
El futuro pasa por el denominado ‘Internet de las cosas’, la interconexión entre infinidad de objetos cotidianos comunicándose entre sí. Hablamos de pulseras que miden las constantes vitales y el ritmo de actividad, electrodomésticos y elementos del hogar inteligentes que se adaptan a los gustos del usuario. Toda esta revolución pasa por una mejora aún mayor de las posibilidades que ofrecen los teléfonos móviles, auténticos adalides de esta revolución. Aunque también se esperan avances el desarrollo de la capacidad computacional, el denominado big data y los nano dispositivos, que van a permitir un desarrollo exponencial de los avances bioquímicos y genéticos. Y visto lo que se ha avanzado en pocos años, ¿quién no se atreve a soñar con todo lo que internet puede traernos en el futuro?